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caballería a la carga,
flamear de espadas,
relampagueo de lanzas;
multitud de heridos,
montones de muertos,
cadáveres incontables
en los que todos tropiezan.
Todo por culpa de esa prostituta
hermosa y atractiva,
maestra en hechizos,
que seducía a las naciones
con su desenfrenada lujuria,
a los pueblos con sus hechizos.
¡Aquí estoy contra ti!,
dice el Señor del universo:
te levantaré las faldas hasta la cara,
enseñaré a las naciones tu desnudez,
mostraré a los reinos tus vergüenzas;

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